Llevo 9 años fotografiando bodas, y he visto de todo: lágrimas de felicidad, risas inesperadas, abrazos que lo dicen todo sin decir nada. Y, ¿sabes qué? Me aseguro de que cada momento quede inmortalizado de forma natural, sin poses raras ni situaciones incómodas.

Mi misión es que os olvidéis de que estoy ahí. Que viváis el día de vuestra boda como si no hubiera una cámara delante. Así es como salen las mejores fotos: auténticas, honestas, vuestras.

Tus recuerdos merecen un fotógrafo que sepa leer las emociones.

No importa si sois tímidos, si nunca habéis hecho una sesión de fotos o si tenéis pavor a las cámaras. He estado ahí, con cientos de parejas como vosotros. Y al final del día, siempre me dicen lo mismo:

"No sabíamos que esto podía ser tan fácil y divertido."

Porque lo importante no es hacer fotos, sino contar vuestra historia con ellas. Y para eso, primero me dedico a conoceros. Quiero saber quiénes sois, qué os mueve, qué os emociona.